6.11.05

Diálogo V: La casa de las Musas

Me encuentro a Areánides en el Arqueológico de Atenas mirando la máscara de Agamenón.

IGS.- ¿Qué, disfrutando del legado de Schliemann?
Schliemann fue aquel abacero alemán tan entusiasta de las obras homéricas, que se lanzó a la aventura del descubrimiento arqueológico y encontró Troya y Micenas, ante el risueño estupor de los arqueólogos.

Máscara de Agamenón
AREÁNIDES.- Mi buena Ioanna, ¿cómo tú tan lejos de tu Acrópolis?

IGS.- Paseando mi ciudad y pensando... Los turistas no sólo son buenos para el comercio en Plaka, a veces hacen pensar a viejas cariátides como yo...

AREÁNIDES.- Hija, cualquiera que te oiga... Y dime, ¿qué has oído, que estás tan meditabunda?

IGS.- Nada, los frisos de Fidias.

AREÁNIDES.- Te quitan el sueño a ti, los frisos de Fidias, últimamente.

IGS.- Jaja, pero cada vez por un motivo distinto. Esta vez, por ejemplo, me sorprende ver que, por un lado, tenemos el Partenón, estupendo, reluciente e iluminado por Philips.

AREÁNIDES.- Vaya, tú y tus datos puramente anecdóticos...

IGS.- Ya... Por otro lado, tenemos el Museo de la Acrópolis, que contiene parte...

Enfatizo lo de parte, y unos turistas alemanes se vuelven a mirarme...

IGS.- ...parte de los frisos y las metopas del Partenón...

AREÁNIDES.- Ya, y el resto está en Inglaterra.

IGS.- ¡Exacto!

Me miran hasta los vigilantes del Museo. Una Cariátide permanece pétrea -por la costumbre- ante la mirada de los turistas...

IGS.- No es de recibo, ¿no crees?

AREÁNIDES.- El peso de la historia sobre los monumentos visitables.

IGS.- ¿El peso de la historia?

AREÁNIDES.- Los franceses e ingleses se vencían en sus mil batallas y parte del botín de guerra eran las reliquias monumentales. Por eso, por ejemplo, la piedra Roseta están en Londres, y no en París, o, mejor, en El Cairo.

Museo Arqueológico de Atenas
IGS.- Ya, o salvan el Partenón de ser un polvorín de los turcos y de la desidia griega, y, con la excusa del peso de la historia, se les olvida devolverlo.
AREÁNIDES.- Sí, ahora Grecia cuidaría mejor de sus propias reliquias... Pero... ¿y cuándo es una zona conflictiva, como Babilonia, y quienes la protegen destrozan sus reliquias y su biblioteca? ¿O cuando es el propio gobierno quien promueve la destrucción de las reliquias, como los budas afganos?

IGS.- Por ahí van los tiros, Areánides. Porque se supone que el arte pertenece a la Humanidad...

AREÁNIDES.- A quien puede disfrutarlo, sí.

IGS.- ¿Pero son los poderes públicos quienes deben custodiarlo?

AREÁNIDES.- Es una posibilidad...

IGS.- ¿Y qué ocurre con las políticas neoliberales?

AREÁNIDES.- Donde las políticas neoliberales no protegen el arte, puede surgir iniciativa privada que lo fomente, como hicieron al reconstruir el Teatro del Globo de Londres, por ejemplo... Aunque no me parece suficiente... Si bien en sociedades más cultas surgen más cauces para proteger el arte, son los poderes públicos los que albergan más responsabilidad, porque el arte custodiado no es cuantificable ni en euros, ni en dólares, ni en nuestros viejos dracmas.
IGS.- ¿Qué papel dejas tú, pues, para la iniciativa privada?
Museo Británico de Londres
AREÁNIDES.- Quizás pueda promover el disfrute del arte, ciertas exposiciones, como en el Guggenheim en Nueva York o Bilbao, la fundación Juan March en Madrid o el museo egipcio de Barcelona. Incluso hacer aportaciones extras -que, por cierto, podrían desgravar-, sin por ello quitar a los poderes públicos de su función protectora del arte, de la cultura...

IGS.- Así pues, a la casa de las musas no le basta con un celador divino como Apolo...

AREÁNIDES.- No, no sería suficiente con la protección de Apolo. A veces el cuidado de los mortales es más determinante que los mayores truenos de Zeus...

IGS.- De los que la protegen y de los que la visitan...

AREÁNIDES.- A veces más de los segundos que de los primeros.

IGS.- Después de esta conversación, uno se queda con la impresión de que más vale disperso que inexistente.

AREÁNIDES.- Con el género humano a veces más vale conformarse con lo posible que con lo deseable.

IGS.- En momentos así, me alegro de estar hecha de piedra... Hablando de lo cual, creo que es hora de cerrar la Acrópolis, así que es el mejor momento de volver a casa...

AREÁNIDES.- ¿No creerás que voy a dejar irse sola a una dama, aunque sea de piedra?

Me río y salimos de una de las casas que las musas, esas concubinas de Apolo, tienen en esta ciudad consagrada a Atenea, diosa de la sabiduría.

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