7.5.06
El fin de un triunvirato
La historia de Roma nos enseña que el formato triunvirato no siempre es viable, pues a la larga es una fórmula acomodaticia que sirve de trampolín a uno de los tres, y de camino a la tumba -con mayor o menor periplo previo- a los otros dos.
Una se acuerda de Julio César, Pompeyo y Craso; de Augusto, Marco Antonio y Lépido, y piensa en luengas guerras fratricidas: el tercero acaba en una cuneta, el segundo traga y muere, el primero hace un desfile, y Cleopatra tiene otro hijo. En ambos triunviratos se dio la pauta.
Y si chungo era en aquellos tiempos mantener un triunvirato, cuando más o menos se atendían sólo intereses personales, en tiempos democráticos la cosa podría devenir uno de los trabajos de Hércules, pues no sólo hay que conciliar los intereses personales, sino también de partido, y el mandato tiene fecha de caducidad. También es cierto que -al menos en apariencia- se hace en aras de la gobernabilidad, aunque quizás eso sea sólo una excusa para llegar a la poltrona.
En 2003 en Cataluña se optó por la opción ménage à trois: ERC, en la persona de Josep_Lluís Carod Rovira, eligió entre Artur Mas/Convergéncia i Unió y Pasqual Maragall/PSE al segundo, porque supuestamente se acercaban en materia ideológica. ICV, la variante catalana de Izquierda Unida, ya se había agregado al PSE, y así nació el Tripartito de los Dolores (de cabeza, principalmente).
Porque lo que constituía el principal proyecto de Gobierno de este tripartito -e independientemente de lo que yo opine de ello- está siendo boicoteado por el principal socio. Y lo que en el siglo I antes de Cristo se hubiera solucionado a golpe de gladio, hoy se intenta resolver mediante pactos que nadie quiere alcanzar.
¿Consecuencias? Los métodos expeditivos de Julio César y Octavio Augusto terminaron con sus respectivas entronizaciones (aunque todavía el Imperio vestía pañales y gente como Bruto quiso remediarlo); aquí, con toda seguridad, acabaremos en elecciones autonómicas -el referéndum del 18 de junio pondrá, seguramente, la puntilla al tripartito- en las que, probablemente, saldrá fortalecida la imagen del tercero en discordia, Joan Sauras, y en el que puede que volvamos al modelo imperial CIU con un Artur Mas que ha demostrado su eficiencia como oposición participativa, por lo que es de esperar, por parte de muchos, que cambie el castellano mediático que como oposición usa por el catalán institucional que corresponde al President.
Una se acuerda de Julio César, Pompeyo y Craso; de Augusto, Marco Antonio y Lépido, y piensa en luengas guerras fratricidas: el tercero acaba en una cuneta, el segundo traga y muere, el primero hace un desfile, y Cleopatra tiene otro hijo. En ambos triunviratos se dio la pauta.
Y si chungo era en aquellos tiempos mantener un triunvirato, cuando más o menos se atendían sólo intereses personales, en tiempos democráticos la cosa podría devenir uno de los trabajos de Hércules, pues no sólo hay que conciliar los intereses personales, sino también de partido, y el mandato tiene fecha de caducidad. También es cierto que -al menos en apariencia- se hace en aras de la gobernabilidad, aunque quizás eso sea sólo una excusa para llegar a la poltrona.
En 2003 en Cataluña se optó por la opción ménage à trois: ERC, en la persona de Josep_Lluís Carod Rovira, eligió entre Artur Mas/Convergéncia i Unió y Pasqual Maragall/PSE al segundo, porque supuestamente se acercaban en materia ideológica. ICV, la variante catalana de Izquierda Unida, ya se había agregado al PSE, y así nació el Tripartito de los Dolores (de cabeza, principalmente).
El lector deberá identificar aquí a Julio César /Octavio Augusto, Pompeyo/Marco Antonio y Craso/Lépido.A falta de una guerra fratricida más sangrienta -aunque la que se está manteniendo no es moco de pavo-, se empezó la redacción de un nuevo estatuto para Cataluña, para remediar lo que no gustaba del redactado en 1978. Lo que antaño se dirimió en Egipto se debate hoy en el Congreso de los Diputados, en Madrid, y así estamos viendo cómo respira cada cuál, quién, dentro de los mamoneos y las comisiones se dedica a la política y quién quiere torrar els collons, como dicen por estos lares.
Porque lo que constituía el principal proyecto de Gobierno de este tripartito -e independientemente de lo que yo opine de ello- está siendo boicoteado por el principal socio. Y lo que en el siglo I antes de Cristo se hubiera solucionado a golpe de gladio, hoy se intenta resolver mediante pactos que nadie quiere alcanzar.
¿Consecuencias? Los métodos expeditivos de Julio César y Octavio Augusto terminaron con sus respectivas entronizaciones (aunque todavía el Imperio vestía pañales y gente como Bruto quiso remediarlo); aquí, con toda seguridad, acabaremos en elecciones autonómicas -el referéndum del 18 de junio pondrá, seguramente, la puntilla al tripartito- en las que, probablemente, saldrá fortalecida la imagen del tercero en discordia, Joan Sauras, y en el que puede que volvamos al modelo imperial CIU con un Artur Mas que ha demostrado su eficiencia como oposición participativa, por lo que es de esperar, por parte de muchos, que cambie el castellano mediático que como oposición usa por el catalán institucional que corresponde al President.
Etiquetas: Areópago, Europa, Historia
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